El mundo de las celebraciones religiosas
Sierra: La diablada del Píllaro
Esta celebración tradicional que ha pasado de generación en generación reúne a las personas alrededor de la elaboración de la máscara, la diablada surgió como una expresión particular del sector indígena, reclamando el respeto a sus derechos y libertad, según su historia de origen en épocas coloniales los indígenas se disfrazaban de diablos en repudio a las prédicas sacerdotales y al maltrato físico, psicológico, económico y moral que recibían de los españoles.
Durante el día, los recorridos inician en las comunidades hacia el corazón de Píllaro. La calle Rocafuerte se convierte en la pasarela donde los diablos despliegan su talento y creatividad. Mientras que, al caer la tarde, la Diablada no se rinde, pues los personajes recorren nuevos trayectos con máscaras iluminadas, al ritmo de los sanjuanitos. Los ‘descansos’ se convierten en escenarios de concursos y premiaciones, donde la comunidad se une para celebrar la tradición que los conecta, se premia al mejor bailarín y a la mejor máscara. Con papel acartonado, engrudo de harina de yuca y una dosis de maestría, las máscaras toman forma. Capas de papel, masilla y la aplicación de los colores infernales, rojo y negro, dan vida a estas piezas que personifican el espíritu de la festividad.
Integra a la familia, a los barrios, a las comunidades alrededor de una fiesta libertaria, que lejos de adorar al personaje que representan simboliza la resistencia frente a los poderes opresores colonizadores.
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